Libro de la vida
Santa Teresa de Jesús
Cátedra
Madrid, 1981
Don Juan no es religioso; es más, algunas manifestaciones públicas de la piedad católica le resultan francamente desagradables —pero no las critica y en modo alguno querría que se prohibiesen: allá cada cual—. Sin embargo, sabe que muchas de las grandes obras culturales de la humanidad las han hecho personas religiosas y por razones religiosas. Por eso es un gran visitador de templos y lector frecuente de la Biblia, de las Confesiones de San Agustín, de nuestros ascetas y místicos de los Siglos de Oro —sobre todo, siente fascinación por la corriente heterodoxa de los alumbrados, recogidos, dejados, quietistas... y, entre ellos muy especialmente, por Miguel de Molinos, de prosa seductora— y sigue las controversias teológicas que, tormentas en vaso de agua, agitan de vez en cuando ciertos charcos pantanosos. Todo ello sin olvidar, claro está, que los documentos de cultura son también documentos de barbarie. Pero no sigamos por aquí, no sea que nos metamos en algún berenjenal.
El caso es que, aprovechando la Semana Santa y el centenario del nacimiento de la autora, don Juan ha tomado una vez más este viejo libro —lo tiene desde 1981 y le costó 375 pesetas; ahora vale 11,50 euros— tan manoseado y lo está leyendo al tuntún, en ratos perdidos, pasando deprisa por ciertos pasajes, saltándose otros y demorándose en bastantes, porque la prosa de Santa Teresa, descuidada en apariencia, es rica, eficacísima, bien trabajada, muy distante de las protestas de ignorancia que hace la propia autora y, sin darte cuenta, te atrapa y no te suelta fácilmente.
Don Juan siente simpatía por Santa Teresa, una de esas mujeres que no se resignaron a guardar la casa y cerrar la boca (por cierto, Clara Janés, que la ha estudiado y antologado, publicaba en El País un breve artículo muy interesante el día del quinto centenario de su nacimiento), porque, lo mismo que Cervantes o que Fernando de Rojas, padeció tribulaciones históricas característicamente españolas y, a base de inteligencia y de tesón, puedo sobreponerse a ellas, aunque fuera dejándose algunos pelos en la gatera. Por eso, si a ustedes no les llaman la atención las procesiones ni tienen cosa mejor que hacer en la Semana Santa, les recomienda vivamente la lectura de este libro —que se publicó después de muerta la santa, por iniciativa de Fray Luis de León, lo cual ya es recomendación suficiente— de quien se atrevió a escribir que "solo podía pensar en Cristo como hombre".
La BCRAE lo ha editado recientemente y lo vende por 24,50 euros.
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