Señas de identidad
Juan Goytisolo
Seix Barral
Barcelona, 1976
Si hace no muchos meses nos hubieran dicho que a Juan Goytisolo le darían el Cervantes, que él lo aceptaría y acudiría a recibirlo de manos del Rey al paraninfo de la Universidad de Alcalá, a algunos les habría parecido, como poco, altamente improbable. Y, sin embargo —cosas veredes—, ha sucedido. La prensa se ha quedado con el asunto del chaqué, la última frase del discurso o alguna otra menudencia. Pero lo importante es que la España oficial, las élites culturales y políticas, acogen en su seno a un escritor esencialmente excéntrico, radicalmente subversivo y, no obstante, genuinamente tradicional e hispánico. Porque, como se sabe, al lado de una tradición literaria en la que estarían el Cantar de Mio Cid, Gonzalo de Berceo, Alfonso X, Manrique, Garcilaso, Quevedo, Lope..., hay otra en la que juegan el Arcipreste de Hita, las Coplas de Mingo Revulgo, La Celestina, La Lozana Andaluza, fray Bartolomé de las Casas, Casiodoro Reina... y hasta Cervantes. Y, al lado de la España de cristianos viejos, existe también —igualmente legítima y verdadera— la de los moros y moriscos, los judíos y marranos, y la de una buena legión de heterodoxos que acampa en los márgenes.
¿Qué significa, pues, el reconocimiento a Goytisolo? Don Juan no lo sabe con certeza —se le ocurren, incluso, respuestas bastante escépticas e incluso cínicas—, pero se alegra. Se alegra por lo que tiene de simbólico y tonificante: en estos tiempos en que tantas cosas van mal, es de agradecer que alguna vaya bien. Y se alegra principalmente por motivos literarios.
Señas de identidad fue el tercer libro que don Juan leyó de Goytisolo —lo compró en 1976 por 350 pesetas— y, aunque deplora amargamente la banalización del sintagma y su transformación en plaga periodística, le impresionó: por el contenido, por la audacia con que se manifiesta y por la maestría como artefacto literario. Desde entonces sigue a Juan Goytisolo; en numerosas ocasiones no está de acuerdo con él —nunca le perdonará haberse tragado a Julián Ríos— pero le resulta en todo momento estimulante.
Si no han leído el libro deben leerlo —hay numerosas ediciones y a muy buen precio: en formato electrónico casi regalado—; mejor, acompañado de Don Julián y de Juan sin tierra —con los que forma la llamada Trilogía de Álvaro Mendiola—; y, a partir de él, lean a todo Goytisolo: su idea de España cambiará para bien y la de la literatura se enriquecerá.
¿Que el discurso ante el Rey no pasará a la historia? Ciertamente: el mejor escribano echa un borrón.
¿Que el discurso ante el Rey no pasará a la historia? Ciertamente: el mejor escribano echa un borrón.
La prepotencia,altivez ,significación política y altanería,que no estulticia,de este personaje es tal,que eclipsan lo bueno que tiene de escritor y la maestría literaria que muestra en sus obras y analizado todo en su conjunto no hubiera sido nunca mi escritor elegido para el Cervantes y a mas a mas,como se dice en Cataluña,un vividor en el régimen marroqui arropado muchos años ha y tan a gusto que se encuentra en esa situación ,pero es evidente que todos tenemos nuestros detractores y este no iba ases menos.Saludos.
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