La revolución española vista por una republicana
Clara Campoamor
Espuela de Plata
Sevilla, 2009
Digámoslo pronto: el libro es malo (y cuesta quince eurazos).
En cuanto al texto de Campoamor, ello se debe seguramente a las circunstancias en las que se escribió y al hecho de que el original castellano —que nunca se publicó en su momento— se ha perdido; por lo tanto, lo que leemos es una traducción de la edición francesa de 1937; en el viaje de ida y vuelta lo bueno no habrá mejorado y lo malo es seguro que se ha hecho peor. La edición, siendo indulgentes, parece manifiestamente mejorable. Y la portada...
En cuanto al texto de Campoamor, ello se debe seguramente a las circunstancias en las que se escribió y al hecho de que el original castellano —que nunca se publicó en su momento— se ha perdido; por lo tanto, lo que leemos es una traducción de la edición francesa de 1937; en el viaje de ida y vuelta lo bueno no habrá mejorado y lo malo es seguro que se ha hecho peor. La edición, siendo indulgentes, parece manifiestamente mejorable. Y la portada...
Sin embargo, hay que leer este libro.
Primero, por la autora. Cercano el 8 de marzo, merece la pena recordar a Clara Campoamor, mujer "hecha a sí misma" que acabó el bachillerato y se licenció en derecho después de cumplir los treinta años, y que fue una destacada jurista y una gran reformadora social para hacer realidad su convicciones feministas: a ella se debe la inclusión del voto femenino en la Constitución del 31 —en contra de quienes, refiriéndose a las mujeres, hablaban de "las limitaciones impuestas a su albedrío por la naturaleza"—, y tuvo una aportación decisiva en la aprobación del divorcio y en la despenalización del adulterio.
Primero, por la autora. Cercano el 8 de marzo, merece la pena recordar a Clara Campoamor, mujer "hecha a sí misma" que acabó el bachillerato y se licenció en derecho después de cumplir los treinta años, y que fue una destacada jurista y una gran reformadora social para hacer realidad su convicciones feministas: a ella se debe la inclusión del voto femenino en la Constitución del 31 —en contra de quienes, refiriéndose a las mujeres, hablaban de "las limitaciones impuestas a su albedrío por la naturaleza"—, y tuvo una aportación decisiva en la aprobación del divorcio y en la despenalización del adulterio.
Y, en segundo lugar, por nosotros mismos. Con perezosa frecuencia tendemos a reducir toda la biografía de ciertos personajes a la foto fija de un solo momento de su vida. El caso de Campoamor es, a este respecto, ejemplar: parece que en los ochenta y cuatro años que vivió no hubiera hecho otra cosa que impulsar el voto de las mujeres. Naturalmente no es cierto, y este libro nos vacuna contra reduccionismos, derriba estereotipos y nos da de bruces con el hecho, no por olvidado menos obvio, de que todas las personas somos entes complejos, poliédricos y difícilmente etiquetables. Puede que a algunos les sorprenda e incluso les moleste.
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