Guardar la casa y cerrar la boca
Clara
Janés
Siruela
Madrid,
2015
Clara
Janés es una poetisa —ella lo dice así— bien conocida por
su sensibilidad, su delicadeza, y una cierta espiritualidad de aire
místico que la hacen singular en el panorama de la lírica española
de nuestro tiempo.
El
libro que hoy lee don Juan, sin embargo, aunque contenga bastantes
poemas, es un ensayo en el que se pasa revista a la voz de numerosas
mujeres que a lo largo de la historia no se han resignado al papel
de guardar la
casa y cerrar la boca que
habitualmente les han reservado los hombres (el título del libro,
excelente, está tomado de un pasaje de Fray Luis de León: Fray
Luis, por tantas cosas singular y hasta inconformista, en cuestión
de género,
como dicen ahora, fue muy convencional).
El
repaso abarca desde el escritor más
antiguo de nombre conocido —que
fue escritora: la sacerdotisa acadia Enheduanna— hasta las mujeres
afganas cosificadas bajo el burka que mantienen a duras penas la
llama de una lírica secular muy interesante.
En
el recorrido don Juan se ha enterado de muchas cosas que no sabía,
ha disfrutado enormemente de los poemas estupendos que la autora
incluye, y ha pensado con tristeza en lo poco que conocemos de esa
mitad de la humanidad que desde el Paleolítico ha cuidado de la
casa, ha criado a los hijos y ha mantenido la boca cerrada.
Solo
por eso —y porque el precio no es un obstáculo insalvable: 16
euros en papel y la mitad en electrónico— merece la pena leer este
libro, aunque contenga faltas de ortografía, alguna bien visible y
bastante grave, y erratas que antes Siruela no solía permitirse.
Y,
para abrir boca, he aquí un poema de la japonesa Ono no Komachi, que
vivió en el siglo IX:
Él
no viene.
Esta
noche en la oscuridad de la luna
despierto
deseándolo.
Mis
pechos palpitan y destellan,
mi
corazón se calcina.
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