jueves, 30 de julio de 2015

Lecturas de don Juan: Julián Herbert

La resistencia
Julián Herbert
Vaso Roto Ediciones
Madrid / México, 2015


El otro día, Héctor Abad Fanciolince comentaba en Babelia el descubrimiento casual de Margarit y la fascinación que le produjo. Extrañó a muchos que Fanciolince desconociera a Margarit. A don Juan no le extrañó nada. Las poesías en español de las dos orillas del Atlántico viven habitualmente de espaldas. Probablemente los poetas —que tienden a agruparse en sectas— conozcan a sus correligionarios, pero el público en general —con serias dificultades para conocer a sus poetas compatriotas— sabe bien poco de los de otros países. ¿Cuántos españoles han leído, por ejemplo a Julián Herbert?
Y, sin embargo, merece la pena. Herbert, que nació en Acapulco en 1971, es conocido en España como novelista porque ganó en 2011 el Premio Jaén con una novela tremenda: Canción de tumba (Literatura Random House, 18 €). Como poeta lo es menos.
Este libro, recién publicado por Vaso Roto —una benemérita editorial que publica muy buenos libros, tanto por el contenido como por el continente, y que está empeñada en romper la incomunicación entre las poesías en español— puede contribuir a consagrarlo entre nosotros.
Apoyándose en la Biblia y en autores romanos,  griegos y anglosajones, Herbert nos golpea con historias de hoy, muy bellamente dichas, que responden al título: la resistencia como virtud de los marginales, los exiliados, los golpeados por fuerzas superiores.
Léanlo: solo cuesta catorce euros.
Ahí va un breve aperitivo:

Ovidio: Ars amandi
A Venus, lítica, y al dios de los misiles,
que enhebrados diseñan los aromas del mundo
—secreciones, carroña— plego humilde
por volver (Oh Corinna, bailarina
de twist) a la blancura
de tu cuerpo cubierto de yogurt.

Tu cuerpo joya ciega, Niké de Samotracia,
gota de cera entre los muslos, pensamiento
palpable como el vino a través de los cántaros.
Mi único destierro
                     es no yacer en ti.

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