Don Juan compró el libro como quien compra un melón, a
ciegas: venía retractilado y los de la librería —de Ciudad
Real: dando facilidades— no le dejaron examinarlo. De entrada no le gustó el
título —que más parece reclamo publicitario para vender ajo morado de las
Pedroñeras en las Pedroñeras o berenjenas de Almagro a los almagreños—, pero
como la editorial es solvente abonó los dieciséis euros sin rechistar. Saliendo
a la calle se arrepintió enseguida de la prevención contra el título: tal vez
no fuera publicidad pueblerina sino recuerdo de Pavese (Paesi tuoi,
traducido por César Palma, y publicado también en Pre-textos como De tu
tierra): ojalá.
Pero no: el libro es malo malo malo. Ojo: es malo como
antología; de la calidad de los poetas incluidos don Juan no dice nada, porque
cada uno tiene la suya —que cualquier lector conoce—, algunos perfectamente
contrastada y otros sin pasar de la mediocridad.
¿Por qué es malo como antología? Porque en ningún momento
los antólogos exponen ni justifican los objetivos ni los criterios de
selección, ni el plan que tienen, ni siquiera —y esto es gordo— qué entienden
ellos por poesía manchega o por Mancha o a quién se puede llamar
manchego en general... Por ejemplo: de Félix Grande sueltan que es «poeta
extremeño», «nacido en Mérida, criado en Tomelloso, pero afincado en Madrid»:
¿en qué quedamos?
Antes, en un prólogo deslavazado, disuasorio, escrito por
puro compromiso, con absoluta desatención y redacción impropia no ya de
profesores universitarios, sino de estudiantes de la ESO, dicen que este es el «primer
volumen», pero no se molestan en indicarnos cuántos habrá, ni qué incluirá cada
uno, ni por qué, ni nada de nada.
En fin, una decepción, un cortipega, una faena de
aliño, que don Juan lamenta sobre todo por Pre-textos. Quizá porque el editor y
el librero podían temérselo, no le han dejado a don Juan comprar el melón a
cala y cata.
(Observación: algún lector misericordiosamente atento quizá
se pregunte por qué habla don Juan de este libro si le parece tan malo. En
efecto, como regla general, don Juan solo lee ya libros que le gustan; los que
no le gustan los deja enseguida y no habla de ellos. ¿Por qué de este sí,
entonces? Por lo que tiene de síntoma: da la sensación de que con la «poesía
manchega» —signifique eso lo que signifique— se puede hacer cualquier cosa, y
que ya es bastante haberle ofrecido un púlpito tan vistoso como el de
Pre-textos, que no se quejen. Don Juan cree que es pura burla: ¡Señores, un
respeto!).
En casos como éste, sigamos la pista a las subvenciones. Probablemente demos con algo. Rafael Morales Barba es hijo de un buen poeta, lo que no es un mérito de ningún tipo. De Ricardo Virtanen, poco sé. El caso es que no me extraña que el libro sea malo. El provincianismo, que no tiene mucho que ver con vivir en provincias, es un mal muy común por estas tierras nuestras en las que de boquilla sirve cualquier cosa, con tal de que se diga que es nuestra bien alto.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo. Y bien cerca nos queda Extremadura: ¡de ahí sí que podríamos aprender!
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