jueves, 26 de febrero de 2015

Lecturas de don Juan: 'En las orillas del Sar'

En las orillas del Sar
Rosalía de Castro
Castalia
Madrid, 1982


Antes de ayer Google, que está en todo, nos recordaba la fecha de nacimiento de Rosalía de Castro: el 24 de febrero de 1837.
Hacía bastante tiempo que don Juan no visitaba a Rosalía, de modo que le pareció un buen motivo para ir a verla. Gracias, Google.
Rosalía fue hija de cura. Quizá ese estigma (entonces lo era), las circunstancias en las que se crió, un matrimonio probablemente no muy feliz, la mala salud... y una posición en el mundo un tanto conflictiva (como mujer, como poeta, como gallega) hicieron que su vida no fuera fácil, que estuviera habitada frecuentemente por la "negra sombra" y que el suicidio la tentase a menudo (al menos en el papel).
En Galicia Rosalía de Castro es una figura descomunal, un mito: no en vano ella sacó a la lengua gallega de la postración en que vivía desde la Edad Media y, con sus versos, dotó a sus paisanos de la conciencia de sí mismos y de su propio valer. En el resto de España no es ni mucho menos así. Sin embargo, Rosalía es una poeta enorme también en nuestra lengua, y este libro, una verdadera hermosura. Léanlo ustedes: Rosalía, tan romántica como Bécquer, igual de accesible, es, al parecer de don Juan, mucho más honda.
El ejemplar de la foto está descatalogado; a don Juan le costó 340 pesetas. Pero pueden encontrarse otros, por ejemplo, el de Cátedra (edición excelente de Xesús Alonso Montero), a poco más de ocho euros.
He aquí el poema 13 de En las orillas del Sar:
13
Sedientas las arenas, en la playa
sienten del sol los besos abrasados,
y no lejos, las ondas, siempre frescas,
ruedan pausadamente murmurando.
Pobres arenas, de mi suerte imagen:
no sé lo que me pasa al contemplaros,
pues como yo sufrís, secas y mudas,
el suplicio sin término de Tántalo.

Pero ¿quién sabe...? Acaso luzca un día
en que, salvando misteriosos límites,
avance el mar y hasta vosotras llegue
a apagar vuestra sed inextinguible.
¡Y quién sabe también si tras de tantos
siglos de ansias y anhelos imposibles,
saciará al fin su sed el alma ardiente
donde beben su amor los serafines!

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