—Don Juan, que se acercan las elecciones y no hemos
comentado las candidaturas.
—¿Para qué? Las conocen ustedes mejor que yo.
—Hace cuatro años sí las comentamos.
Don Juan se empapa de añoranza:
—¡Hace cuatro años…!
—Cuatro años son un suspiro, Don Juan —anima alguien.
Don Juan no pica:
—¿En 2023 podremos hablar de hace cuatro años?
—Ahora recordamos el 15. En el 23, Dios dirá —insiste el
mismo.
Súbitamente, al menos en apariencia, don Juan despacha la
nostalgia y se sacude el pesimismo:
—¿Por dónde empezamos?
—Por la derecha.
—En la derecha están Ciudadanos y el Partido Popular. Quizás
aquel más a la derecha que este.
—Pues empecemos por Ciudadanos.
—La imagen y la candidatura de Ciudadanos son sensiblemente
idénticas a las de 2015. Luego o les satisfacen mucho o no tienen otras. Me
inclino por lo último.
—¿Qué quiere decir?
—Que Ciudadanos en Almagro no es un partido: es un séquito
dócil. Y, como todos los séquitos, forzosamente limitado, rígido y
jerárquico.
—¿Influirá esta peculiaridad en los resultados?
—Indudablemente. Los resultados que obtenga Ciudadanos en
Almagro, buenos o malos, se deberán al número uno de la
candidatura exclusivamente: no a la ideología ni al programa ni al resto de los candidatos, que cuentan poco o nada fuera de su estricto círculo
afectivo.
—¿Y serán buenos?
—¿Los resultados? No tengo aquí la bola de cristal —ironiza
don Juan—, pero hay un dato que creo significativo: en las elecciones
generales del 28 de abril el número uno, candidato al Senado, obtuvo unos
doscientos votos menos que su propio partido en la candidatura al Congreso. Interprétenlo a su antojo.
—Vamos con el Partido Popular.
—El Partido Popular está en horas bajas: aquí y en todas
partes. Tal vez por eso ha presentado una candidatura que, según se ve, provoca escaso fervor: ¿lamentarán haber desechado a
Francisco Barba?
—Ya es tarde. ¿Se van a estrellar?
—Confío en que no: un partido serio y fiable en la derecha
es imprescindible para el buen gobierno de cualquier sitio. El Partido Popular
ha gobernado dieciséis años en Almagro y a bastantes concejales los recordamos
con afecto y agradecimiento: al anterior alcalde, por ejemplo. Los electores lo
tendrán en cuenta.
—Votamos ahora, don Juan, a quienes se presentan ahora.
—Quienes se presentan ahora cabalgan sobre un partido sólido
y bien organizado, hecho a disputar elecciones, que los protegerá de la derrota
calamitosa, quiero pensar.
—¿La izquierda?
—Extrañamente superpoblada: hay tres candidaturas.
—¿Qué nos dice de ellas?
—Del PSOE, que tiene en el alcalde el mejor activo: se ha forjado una imagen de seriedad y trabajo; exhibe, además,
buena tabla de realizaciones; y al gobernar en minoría precaria habrá adquirido experiencia y cintura. De modo que la idea general es que ganará las
elecciones. Ahora bien, acaso ganar no le baste: de no alzarse con la mayoría absoluta, no gobernará.
—¿Por qué?
—Porque no lo tolerarían ni los votantes del PP y Ciudadanos
ni los dirigentes provinciales y regionales.
—Nos quedan dos.
—Almagro Sí! y Unidas Izquierda Unida Podemos: todo eso y
así escrito. La segunda es la más curiosa.
—Pues, a ella.
—Los de Almagro Sí! difunden que se trata de una candidatura
fantasma, pero yerran: no es una candidatura fantasma, sino bien real y
verdadera, porque puede recaudar votos reales y verdaderos que, de esta manera,
no irán a otro sitio. En cambio, los candidatos sí son fantasmas, es decir,
gentes desconocidas absolutamente por los almagreños y sin vínculo alguno con
Almagro.
—No comprendo, entonces, qué hacen.
—Fastidiar. El mundo podemista —entendamos la palabra en sentido amplio: ese
batiburrillo de sensibilidades, ideas y personas que quieren conducirnos al
paraíso, aunque no se pongan de acuerdo sobre a qué paraíso— es en ocasiones
bronco y fratricida: aquí hay un ejemplo.
—Enterado. Falta Almagro Sí!
—La candidatura de nombre menguante: en 2015 se llamaban
Almagro Sí Puede! Han perdido el verbo por razones obvias, pero son los mismos: limpios, capaces, buenos, preparados —plenamente conscientes de que lo están—,
con las mejores intenciones… y tan selectos que quizá no superen la barrera del
cinco por ciento.
—Hombre, con tales cualidades, la superarán.
—Ojalá, pero es improbable: ya no están de moda, la
lista deja algún mensaje indigesto, les ha escocido el rival fantasma, y dan señales alarmantes de
desaliño o negligencia. ¿Han visto ustedes el vídeo promocional de la
candidatura?
—Muy ocurrente.
—Y plagado de faltas de ortografía: cualquier profesor de
lengua habría suspendido la ocurrencia hasta septiembre.
Sin embargo…
—Sin embargo, ¿qué?
—Que ningún profesor ha visto el vídeo antes de lanzarlo a las redes. ¿Se imaginan a
un equipo de gobierno gobernando de la misma forma: la mano derecha ignorante de lo que hace la izquierda?
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