Don Juan no ha venido hoy. Quizá no venga en todo el mes, porque el martes empieza el tratamiento de radioterapia. Esta mañana le he preguntado qué
le parecía lo del PSOE. Por correo electrónico me contesta lo siguiente:
Querido amigo:
Ya sabe que nunca he
votado al PSOE, y desconozco absolutamente sus interioridades. Sin embargo,
estoy convencido de que un partido socialdemócrata fuerte, serio y cohesionado
es imprescindible para la salud de cualquier democracia europea: de
hecho —aunque no me atrevo a decir qué es causa y qué es efecto— las
convulsiones actuales de muchas democracias europeas coinciden con la crisis
que vive la socialdemocracia en varios países importantes.
Solo por eso me pongo a escribirle, a vuelapluma y sin ninguna pretensión de sentar cátedra, lo que
se me viene ahora a la cabeza:
a) El espectáculo que han dado los llamados críticos no tiene justificación ninguna. Cualquiera
que haya participado en el movimiento
debería quedar marcado para siempre y —al menos, durante un tiempo— excluido de cargos internos.
b) El motín del que ha sido víctima no borra los
errores de Sánchez: los que comentábamos el
domingo pasado.
c) Hay quienes dicen
—nuestro amigo Martínez Carrión, entre otros— que el PSOE
necesita refundarse. No sé exactamente lo que eso significa. Pero sí creo que
los socialistas, si quieren seguir jugando un papel de lustre en la democracia
española, deben replantearse tres cuestiones: la ideología, la organización y
el liderazgo. En cuanto a la ideología, lo mejor para España, me parece, es un
partido socialdemócrata clásico; o sea, que asume la democracia
parlamentaria y las libertades tal como se entienden en Europa; que acepta sin reservas mentales el
capitalismo, pero que lo somete a normas estrictas y no renuncia a la
intervención pública en sectores estratégicos como la banca, la energía o
los transportes; que garantiza el llamado estado del bienestar mediante un
sistema fiscal justo y progresivo; que es firme partidario de la unidad de
España, pero no le incomodan las distintas sensibilidades patrióticas que en ella hay, y está dispuesto a
reconocerlas políticamente; y que se siente a gusto en la Unión Europea y en la
OTAN. En cuanto a la organización, debería conjugar armónicamente —y es muy
difícil, lo reconozco— la legitimidad tradicional de un partido de cuadros —la
que disfrutan los candidatos a diputado, por ejemplo— con la surgida de la
democracia directa —la que tenía el
pobre Sánchez—, dando a los militantes de base mayor protagonismo y asegurando el acceso a los cargos por mérito y capacidad, no por asentimiento.
Y, por último —por último, en todos los sentidos: es decir, que no pueden
empezar la casa por el tejado—, deben procurarse un líder solvente y atractivo dentro y
fuera del partido. Bien sé que todo esto es más difícil de hacer que de decir,
pero doctores tendrá la iglesia…
d) El PSOE no se va a romper.
Desde el día siguiente a la fundación ha demostrado ser más una patria que un
partido. Por eso ha sobrevivido a disensiones internas gravísimas.
Ahora bien, si se empeñan, pueden pasar muchos años en la más absoluta irrelevancia.
e) El principal
enemigo para la supervivencia del PSOE es Podemos. Con él es con quien deben
marcar claramente la linde, cosa que, por otra parte, no es tan difícil.
f) ¿Qué pasará en los
próximos meses? Lo ignoro. No creo que le ofrezcan a Rajoy una abstención sin
condiciones, porque ello equivaldría a traicionar a muchos militantes y
votantes. Creo, incluso, que Rajoy tal vez se permitiera despreciar el ofrecimiento
—ya sabe: Roma no paga a los traidores—
y forzar las terceras elecciones, que ganaría sin despeinarse.
g) ¿Se presentará Sánchez a unas hipotéticas primarias? Con los partidarios sobrevenidos que le
han brotado, es probable que saliera vencedor. Por lo tanto, tendrán que buscar alguna
manera de cerrarle el paso.
h)…
Podría seguir divagando
—hablar de los dirigentes de su región, de alguna diputada de su provincia que
parece estar secuestrada, de Felipe González, de El País—, pero estoy cansado
de perder el tiempo en asuntos que me han de dar resueltos. De modo que salgo a pasear un rato por el barrio en esta hermosa mañana de domingo, ocupación más fructífera que
cualquier especulación política.
Un abrazo.
Los amigos de la tertulia han leído también el correo. Le
hacemos caso a don Juan: tomamos una copa y salimos a disfrutar de la tarde.
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