—¿Qué acertijo es ese, don Juan?
—Mi nieto pronunció el abracadabra; he buscado; he
encontrado: sé lo que es, no sé lo que será.
Esquivamos los enigmas de don Juan. Mientras el carnaval
agoniza, en la semana de San Valentín, nosotros —pobres viejos— hablamos del
amor.
—¿También es un trabalenguas el amor?
—Distingamos entre el amor y la expresión literaria del
amor. El amor es un sentimiento común: habrá pocas personas sobre la faz de la
tierra que no lo hayan experimentado. Y el sexo, no digamos: si estamos aquí es
porque los antepasados, durante varios millones de años, han fornicado con
tenacidad encomiable. Ni el amor ni el sexo son, pues, cosas extraordinarias
que les sucedan a unos pocos elegidos.
—Don Juan, que no somos niños: eso lo sabíamos.
—Ustedes sí. Sin embargo, hay innumerables adolescentes y
posadolescentes que, como están recién llegados, tienen un sentido inaugural
del mundo: con enternecedora ingenuidad, creen ser los primeros en gozar y sufrir los arrebatos y exaltaciones del amor.
—El amor ofusca: podemos perdonárselo.
—Se lo perdonaríamos de buena gana si se limitaran a
creérselo: si no cayeran en la tentación de contárnoslo a voces y a todas horas.
—¿A voces?
—A voces, a Facebook,
a vídeos, a fotos, a libros, a pintadas…
—Ex abundantia cordis os eius loquitur —intervienen el católico.
—Pero que hable bien.
Alguien lleva un buen rato despistado. Pregunta otra vez:
—¿Qué acertijo es este, don Juan?
—Acertijo no; evangelio de Pero Grullo: expresar
una cosa común de manera trivial y pensar que se están levantando arcos de iglesia es ridículo.
—¿A quién señala usted?
—Entre otros, a los que alguna vez hemos llamado poetas sedicentes, cuya cosecha abunda.
La gran estafa de los parapoetas
posadolescentes —hay posadolescentes peinando canas, cobrando pensiones de
jubilación— consiste en proclamar que cualquier sentimiento o experiencia, aun
los más banales, son poéticos, y que, en consecuencia, basta escribir de ellos unos renglones a la
pata la llana para que nos salgan bonitos poemas.
—¿No es así?
—No hay sentimientos ni experiencias poéticos salvo que se
viertan en poema: o sea, las únicas cosas poéticas son los poemas. Y los poemas
—lo hemos comprobado numerosas veces— son artefactos que requieren conocimientos
técnicos adquiridos mediante aprendizaje. Nadie se pone a fabricar —mucho
menos, a vender— sillas sin haber aprendido antes a fabricarlas.
—¿Continúa usted predicando el evangelio de Pero Grullo?
—En estos tiempos marwanescos
y sastrianos parece imprescindible: su sombra
llega demasiado lejos. A Almagro, por ejemplo.
—Enséñenosla.
—Hace unas semanas, el nieto, que fue compañero en
el instituto, me habló de Smel Serendipia, del blog que lleva, de la cuenta de Instagram, de los vídeos en Youtube, del libro…
—¿Quién es Smel Serendipia?
—Elena Romero López, una joven almagreña que trabaja en
Zádar.
—¡Zádar! ¡De ahí es Luka Modrić! —prorrumpe incontenible el hincha.
Mientras los demás lo miramos con algo de reproche, don Juan
asiente; le sonríe; prosigue:
—Romero ha publicado en Amazon un poemario, que he comprado
y leído atentamente: Una de cal y otra
de ti.
—¿Le ha gustado?
—No es un buen libro, pero resulta interesante.
—¿Por qué no es un buen libro?
—Porque peca de todos los pecados que
hemos venido enumerando:
cuando Romero haya madurado renegará de él, lo considerará un fruto desabrido de la juventud, un huevo en álgara.
—¿Por qué resulta interesante?
—En primer lugar, porque denota afición: Romero está
empeñada en escribir; ha concluido un libro que, si bien de expresión tosca, no está mal estructurado y manifiesta coherencia. Luego,
se ha preocupado de editarlo, carrera de obstáculos que requiere tesón,
conocimientos y cierto tipo de habilidades: le ha salido un producto bastante
digno, con muy pocos errores ortotipográficos, sin apenas erratas.
—¿Algo más?
—El mero hecho de que haya querido ver su
esfuerzo convertido libro de verdad,
de papel, también es por sí solo revelador: significa amor a los libros,
trato frecuente con ellos, predilección frente a otras formas de expresión
que parecen el colmo de la novedad. Por último, Romero se
explica bien, tiene notable soltura cuando habla y cuando escribe en prosa, es
decir, ha leído y lee: no anda por mal camino.
—Vemos, efectivamente, que ha buscado usted y ha encontrado.
Díganos: ¿qué es Smel Serendipia?, ¿qué será?
—Es una aprendiz de poeta que juega en el parvulario todavía.
Será poeta si se empeña en desarrollar las cualidades que posee y no sigue a
falsos profetas que inducen a error, si fieri potest, etiam electi. De ella depende.
Elena Romero López. Una de cal y otra de ti. Poemario de luces y sombras. Amazon. Great Britain. 2018. 12,84 euros.
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