Sonámbulos
Christopher Clark
Galaxia Gutenberg
Barcelona, 2014
A
don Juan le suelen gustar los libros escritos por historiadores
anglosajones: casi siempre son rigurosos, están bien escritos y
resultan amenos. Es verdad que tienen defectos —para
muchos autores no hay más mundo que el mundo en lengua inglesa,
otros adoptan un aire periodístico demasiado trivial, hay quien relata las propias aventuras sin venir a cuento...—
y
que algunas veces traducciones descuidadas los desgracian; pero no es
el caso: este libro de casi ochocientas páginas tiene las virtudes
que esperábamos encontrar y ninguno de los defectos. Una bendición.
Hace
un siglo, por estas mismas fechas, Europa estaba enfrascada en la que
llamaron Gran Guerra —y
el nombre era completamente exacto—.
Todavía, algo mitigado, duraba el irracional entusiasmo
que la había visto arrancar un año antes —el
entusiasmo acabaría
pronto diluido en el barro y la sangre de las trincheras—,
y casi nadie se preguntaba cómo se había llegado a tal locura
insensata. Pues bien, Clark nos lo explica muy estupendamente un
siglo después, y leyéndolo uno tiende a darle la razón a la
sentencia clásica: los
dioses ciegan a los que quieren perder. Porque,
en efecto, los dirigentes europeos, muchos intelectuales europeos y
casi toda la población europea padecieron por aquellos días una
epidemia de ceguera, de aturdimiento, de estupidez, que hoy nos
parece inexplicable. Pero nuestros antepasados no lo sabían y, para
aprenderlo, tuvieron que pagar un precio carísimo.
No
debería olvidársenos. Ayer se cumplieron treinta años de la
adhesión de España a la Unión Europea —entonces
todavía no se llamaba así—;
había euforia; Europa estaba gobernada por buenos dirigentes, y
parecía que el futuro se nos presentaría favorable y acogedor.
Treinta años después, la rutina, la inconsciencia y la desidia han
disipado aquel sueño. Ojalá los europeos de ahora no caigan en el
aturdimiento y la modorra que llevó a los europeos de hace un siglo
a matarse entre sí con tenacidad.
Sonámbulos se
lee por 27 euros; diez menos en electrónico. No es tirar el dinero.
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