domingo, 12 de agosto de 2018

AIFF

—¿Acudió usted a la inauguración del Eiaidabelef? —al conservador le dura un ratillo entre los labios la sonrisa maliciosa.
Don Juan contesta sin inmutarse:
—Por supuesto.
—¿Qué trabalenguas es ese? —me pregunta el despistado por lo bajo.
—No lo sé —respondo mirando a don Juan.
Don Juan es misericordioso:
—El AIFF: Almagro International Film Festival. Nuestro amigo, políglota, ha deletreado las siglas en inglés.
—Ah.
El conservador se hace el sueco:
—¿También lo invitan a estas novedades?
—No. Pero fue en la plaza, estaba en la terraza del Marqués bebiendo vino: no me perdí detalle.
—¿Le gustó la inauguración?
—Bastante.
—¿El nombre también le gusta?
—Probablemente el nombre incluirá una parte de esnobismo; y otra, más grande, de necesidad.
—¿Qué quiere decir?
—No es menester profundizar: siempre que gentes de lenguas distintas han estado en contacto, una de ellas —u otra inventada o elegida exprofeso— se ha convertido en lengua franca. Piense en el papel del acadio en tiempos de Ramsés II, del arameo cuando Darío, del griego, del latín hasta ayer mismo, del francés, del suajili en África Oriental… Ahora la lengua de la ciencia, del arte, de los deportes, de la diplomacia, de la comunicación universal es el inglés; en el equipo del Festival hay gentes de varios países de Europa, aspiran a que sea verdaderamente internacional, luego…
—Pues a ciertos almagreños no les hace gracia.
—A ciertos almagreños que, como usted, practican running, conducen un SUV, respetan el STOP, braman en la Champons, se echan aftershave, viven pegados al smarphone, beben gintónic… Acaso haya una pizca de chovinismo —no me lo tome a mal— xenófobo en muchos de los que se soliviantan por tales minucias.
El conservador recula.
—Cuéntenos la inauguración —digo para salir del paso.
—Escasamente original en la forma y con mínimos defectos, pero muy interesante.
—Vamos a los defectos.
—Empezó casi media hora después de lo anunciado; duró más de dos; la megafonía titubeaba, de modo que las proyecciones se oían bien, los discursos no… y hubo desfile de modelos.
—¿Desfile de modelos? ¿Eso es malo?
—Cuando las modelos desfilan para lucir modelos, no; cuando desfilan para lucir palmito exclusivamente, sí: a ratos tenía la sensación de asistir a un mercado de esclavos o a una feria de ganado. Y no es que a mí, viejo y todo, me disguste ver chicas guapas: es que no venía a cuento. Además, se hizo eterno.
—¿Por qué cree que lo incluyeron?
—Ellos sabrán. Quizá por la cosa del glamur.
—¿Qué más hubo?
—Discursos: una proliferación de discursos.
—¿De quiénes?
—Del acalde; del vicepresidente de la Diputación; de la delegada de la Junta; de una directora general de no sé qué; de Marco Montana, padre de la criatura; de Heinz Hermanns, director del Interfilm Berlín y pieza básica del AIFF; de cada uno de los responsables de los cortos…
—¿Buenos?
—Los cortos, muy buenos: agudos, irónicos, sensibles, modernos, bien rodados, bien interpretados.
—¿Los discursos?
—No los oí: la penosa megafonía y los vecinos de mesa, que hablaban de Curtois, me lo impidieron.
—También la sordera, don Juan.
—Quizá. Sin embargo, quien piense actos así para la plaza debería considerar que es muy grande y que hay gente a la que les interesarán y otra que no pondrá la más mínima atención; por lo tanto, adecuar la megafonía es esencial. En la clausura del Festival de Teatro pasó lo mismo: la mayoría de la concurrencia se quedó en ayunas.
—¿El público?
—Lo hubo, y aplaudió con ganas.
—¿Tiene futuro el AIFF?
—Confío en que sí: saben que me emocionan las iniciativas culturales privadas, sobre todo las ambiciosas. Aquí hay un grupo de gente muy joven que ha puesto entusiasmo, conocimientos y dinero; las instituciones y numerosas empresas privadas han colaborado; las fechas son buenas; en Almagro el cine ha carecido de relevancia mucho tiempo; la selección de obras es amplia y de calidad; las actividades alrededor, variadas e interesantes; se les da cabida a los niños; la gente está respondiendo… Creo que el Almagro Internéisional Film Féstival —lo dice con retintín, los ojos en el conservador— merece consolidarse. Ojalá. Ahora bien, tendrán que acomodar detalles.
—Tiempo habrá. ¿Qué más?
—Los planetas. Con las luces apagadas el cielo sin luna de la plaza estaba hermosísimo. Durante la función vimos salir a Marte por encima del callejón del Toril, a Saturno sobre el Corral de Comedias, y Júpiter se puso tras la pantalla mientras los protagonistas del corto de Bonelli —excelente— se debatían entre besarse o no besarse. ¿Presagio?



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