domingo, 9 de octubre de 2016

Vinuesa en el Ateneo

La otra tarde se presentaron en el Ateneo José Vicente Vinuesa y su primera novela —de los que yo, pobre ignorante, no había oído hablar nunca—. Un amigo que acude a estas cosas me informa: José Vicente Vinuesa, manchego de origen, se crio en Valencia; allí se hizo músico; ahora ejerce de profesor en el instituto de Bolaños; vive en Almagro. Este primer libro suyo ya se había presentado aquí antes del verano; luego ha habido presentaciones en otros sitios; parece que se está vendiendo bien: lo han reimprimido. En el Ateneo la presentadora fue Elena Arenas Cruz; como se podía prever, estuvo brillante; no había mucha gente —también se podía prever—; los que había salieron contentos. El amigo me trajo un ejemplar; lo hojeé; se lo he mandado a don Juana a ver qué le parece. Esto me ha escrito:
Querido amigo:
La autoficción está de moda. Los autores, en lugar de idear argumentos, trazar personajes, ubicarlos en el espacio y en el tiempo, se miran al espejo, miran también lo que hay por allí cerca, y nos lo cuentan —unos mejor y otros peor, claro es—, pero sacudiéndose el compromiso de veracidad. A mí no acaba de gustarme, aunque hay excepciones que sí me gustan.
Vinuesa disimula; sin embargo, cualquier lector algo entrenado adivina enseguida que la novela —como muchas de otros tantos autores primerizos— entra de lleno en el saco de la autoficción, y hasta en el de la autobiografía. No queda malparada, sobre todo considerando que es la primera. El título, largo y sin gracia, responde bien al contenido: lo que se nos cuenta es la vida amorosa del protagonista, es decir, nada del otro jueves; las tres historias de amor acaban en desastre, es verdad: a más de uno le habrá pasado. Pero lo cuenta bien, a ratos brillantemente: por eso el libro no se nos cae de las manos. Yo, ahora que no puedo hacer otra cosa, lo he leído en dos tardes, entre el hospital y mi casa.
Lo mejor es la construcción, la arquitectura novelística, la distribución de elementos. Me atrevería a decir, incluso, que el libro responde a la estructura de alguna forma musical o tiene algo que ver con la profesión del autor: tema y variaciones, ritmos, desarrollos, ecos, están muy bien pensados y dispuestos. También son muy buenos los diálogos, ciertas descripciones y algunos tipos; y el lenguaje, en general, es rico y adecuado.
Hay, es normal, algunas cosas manifiestamente mejorables. Señalaré tres: las dos historias que se cuentan apenas tienen relación entre sí; por tanto, se podría haber prescindido de la segunda —la de don Juan Bermejo y El Holandés Errante— sin menoscabo; igual pasa con las anécdotas de sus amistades que nos cuenta el protagonista: perfectamente prescindibles. Las reflexiones sobre la vida y el amor son tópicas y banales. Y, finalmente, la edición está muy poco cuidada: las mayúsculas se usan mal, en los cortes de palabras a final de renglón hay abundantes incorrecciones; algún verbo se conjuga arbitrariamente, cansan las muletillas y repeticiones de palabras…
Todo ello no son más que pequeñas manchas en una obra que nos descubre a un autor con cualidades para llegar a escribir buenas novelas: si se esfuerza un poco y escoge editores más cuidadosos, lo logrará pronto.
Por otro lado, también me ha gustado que el libro se presentara en el Ateneo. Ya sabe usted que yo tengo escasa relación con él y que, por sus horarios y los míos, muy pocas veces acudo a las actividades que organiza. Pero estoy al tanto de lo que hacen y me parece muy meritorio, casi heroico, que una entidad así haya podido sobrevivir en Almagro durante tantos años sin el apoyo —y frente a la indiferencia— de las instituciones. Los socios y directivos del Ateneo mantienen encendida la llama de la cultura en un ambiente que no siempre le es propicio; y perseveran tozudamente, y siguen poniendo a disposición de los almagreños su saber y su tiempo. ¿Por qué no se les hace más caso? ¿Por qué lo que organizan apenas logra eco? Yo no lo sé; pero, desde luego, ellos no tienen la culpa.
Visto el correo de don Juan, hago dos propósitos: leer el libro de Vinuesa y acercarme de cuando en cuando al Ateneo.

(José Vicente Vinuesa, Tres historias de amor, mis desastres y yo, Oros Libros, Granada, 2016. 14 euros.)


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