jueves, 15 de octubre de 2015

Lecturas de don Juan: 'Girasoles en estación de servicio'

Girasoles en estación de servicio
Jesús Miguel Horcajada
Ediciones en Huida
Sevilla, 2015


Don Juan no pudo asistir el otro día a la presentación del nuevo poemario de Horcajada: era miércoles, a las nueve de la noche... Ni el día ni la hora les iban bien a las costumbres rutinarias de un anciano que se acuesta pronto y se levanta antes que el sol. Sin embargo, claro está, tenía pensado hacerse con el libro. Por eso, le ha dado alegría encontrárselo esta mañana en una librería de Manzanares. Solo había un ejemplar y lo ha comprado de inmediato. No ha tenido tiempo aún de leerlo despacio, pero lo leerá con toda atención y, si le gusta —está casi seguro de que le gustará, publicará aquí un comentario más extenso. Por ahora, solo quiere dejar constancia del hallazgo: significa que el poeta va alcanzando difusión más allá del ámbito local y de la —a veces, vista desde fuera, claustrofóbica— tribu de los poetas.
Por lo demás, en rápido hojeo, ha visto cuatro cosas: la edición, sin ser cosa del otro mundo, es mejor que la de Caridad; los poemas, en la misma línea amorosa —si el amor llega a convertirse en monotema, cansará—, parecen más maduros, más trabajados y más logrados; los apéndices, que llama "Sueños" y "Haikús" —sic—, tienen la destreza de un poeta hecho, y un aire de fascinación y misterio muy sugestivo.
Y la cuarta, una de esas manías que tiene don Juan, difíciles de entender porque ni él mismo las sabe explicar: en la primera ojeada cazó un endecasílabo perfecto, redondo, que justificaría el libro entero: me conviene callar, estar herido. ¿No oyen ustedes a Garcilaso o a Villamediana? Pues no hay nada más que decir.

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